¿Conoces a alguna persona que es tan positiva que empalaga? Siempre está alegre, todo lo ve color de rosas, no se permite experimentar otras emociones y en ocasiones parece desconectada de la realidad…
La positividad tóxica es ese extremo en el que reclinamos la balanza de un solo lado de la realidad e idealizamos cada momento y cada hora con una euforia desbordada. Ser positivo no tiene que ver únicamente con experimentar la alegría y felicidad. Ser positivo tiene que ver con decidir qué queremos hacer con aquellos momentos y experiencias que nos regala la vida.
Tiene que ver con decidir dejar atrás la mentalidad de déficit donde somos víctimas de nuestra realidad y nos enfocamos en una mentalidad que nos permite capitalizar los aprendizajes que nos van a permitir evolucionar y salir fortalecidos. En la positividad, como en la vida, vivir en los extremos no es saludable. La vida está llena de picos y valles que nos invitan a experimentar una montaña rusa de emociones.
Cuando somos capaces de experimentar cada emoción, de saborearla y de escuchar el mensaje que vienen a compartirnos es cuando nos adaptamos mejor a la realidad. Las emociones tienen una función adaptativa, lo que significa que nos permiten adaptarnos a las situaciones que vivimos para lograr vivir en bienestar. Y experimentar todas y cada una de ellas: rabia, tristeza, alegría, sorpresa, asco…. nos da información de nuestro entorno. Información que nos invita a REACCIONAR O ACTUAR de una manera u otra.
Tenemos que darnos permiso para sentir lo que sentimos. Y aunque pareciera lógico, la realidad es que nos han enseñado que algunas emociones son buenas o están más aceptadas en nuestra sociedad y hay otras que es mejor procesarlas en soledad y donde nadie se entere. Sin embargo reprimir lo que sentimos lo que hace es aumentar una presión interna que generalmente termina explorando cuando menos lo esperamos y de forma repentina.
Saborear las emociones, darles espacio, gestionarlas y acompañarnos o buscar quien nos contenga y acompañe es una estrategia que nos permite vivir bienestar. La positividad tóxica te cierra a sentir.
Cuéntanos ¿cómo es tu relación con la positividad?